jueves, 7 de febrero de 2008

TANTEOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE LAS DIDÁCTICAS DE LA CREACION LITERARIA

En primer lugar se hace necesario precisar que el estado del arte en las discusiones sobre la estructuración de la didáctica como un campo interdisciplinar amplía perspectivas y a la vez particulariza los objetos de la enseñabilidad, en el sentido de que ya no se puede hablar de una didáctica general, sino que se deben tener presentes las prácticas de la enseñanza de contenidos específicos y en contextos socio históricos definidos. Lo anterior nos permite afirmar que en el conocimiento de la literatura esta hipótesis tiene amplia repercusión, dada las características diferenciales de los géneros y subgéneros, lo que lleva a afirmar que existen unas didácticas especiales para abordar estas particularidades, por ejemplo el cuento presenta distintos tipos, que guardan algunas diferencias, no solo estructurales, sino también en lo discursivo, así por ejemplo el cuento policiaco tiene un orden y un énfasis en el proceso investigativo, mientras que el de ciencia ficción se centra en ofrecer explicaciones cercanas a la ciencia. De igual manera existen diferencias evidentes entre los tipos de novela, lo mismo frente al poema, donde el lirismo ofrece un campo distinto a la expresión social.

En este sentido la reflexión sobre las didácticas especiales resulta pertinente para la escritura creativa, pues el auge de los talleres literarios de distintas modalidades convierten esta discusión en un imperativo ético y disciplinar. El recorrido que va desde los talleres - tertulia hasta los que poseen un programa y están inscritos en un currículo, muestran unos avances significativos en la demanda, pero también una carencia teórica sobre las prácticas pedagógicas que deben regir o hacer más productivo este trabajo.

El impresionismo y la experimentalidad, al igual que la incorporación de ejercicios provenientes de otras artes, resultaron válidos para un momento histórico en los inicios de los talleres por tratarse de ejercicios inaugurales en este campo. La experiencia de trabajos como los realizado por el italiano Gianni Rodari cumplieron su papel. Ante el agotamiento de los ejercicios de la Gramática de la fantasía se hace necesario plantear nuevas búsquedas. Lo mismo ocurre con los juegos verbales de los vanguardistas en las décadas iniciales del siglo XX. Después se dio la avalancha de unos ejercicios con el mote de lúdicos que resultaban muy recreativos y que entusiasmaban a los asistentes, pero que se quedaban en un activismo gratuito, dado que lo lúdico contiene una dimensión superior que implica el goce cognitivo del descubrimiento y la creatividad, niveles a los cuales no se llega con fórmulas que potencian lo superficial frente al ejercicio pleno del entendimiento.

Como se trata, no de descalificar prácticas, sino realizar una visión crítica a los avances y retrocesos de la enseñanza de la escritura creativa con el fin de extraer los elementos positivos que puedan ser utilizados en la construcción sistemática de unas didácticas propias, es indispensable analizar algunas costumbres que hacen carrera en los distintos talleres que se ofrecen. Uno de ellos es el activismo gratuito en que se cae a veces. La realización de una serie de ejercicios desarticulados y desprovistos de una guía teórica, impacta inicialmente, pero luego decae y el agotamiento de las propuestas distorsiona la verdadera función formativa que deben tener estos espacios de aprendizaje y productividad.

Existen también algunos talleres que derivan hacia las prácticas de animación a la lectura y pierden las posibilidades de ahondar en los proceso escriturales. No significa esto que deban desaparecer las acciones encaminadas hacia la formación crítica de los lectores. Esta experiencia es imprescindible, todo taller debe tener un espacio para enfatizar sobre la necesidad de recepcionar adecuadamente los textos literarios, por cuanto la lectura es el complemento reciproco de la escritura, se trata más bien de encaminar estos esfuerzos hacia la comprensión, interpretación y valoración de las obras y no simplemente quedarse en la estimulación del placer pasajero y superficial de la lectura de entretenimiento. En palabras de Barthes, se trata de trascender este placer y llegar hasta el goce intelectual.

Los talleres de autor, es decir, aquellos que son orientados por un escritor de algún reconocimiento fueron el inicio de los talleres en Colombia. Las experiencias que transmitían los escritores, al igual que sus lecturas preferidas, configuraron una primera didáctica que se puede ubicar como una práctica empírica, donde el estudio de casos como ejercicio central permitía la aproximación hacia la lectura deconstructiva de algunos textos y la reconstrucción de los mismos a partir de la imitación de estructuras. Esos talleres siguen cumpliendo hoy su papel de sensibilización hacia la literatura y en algunos casos han producido escritores y obras de alguna significación.

El Ministerio de Cultura recogió en un texto “Bitácora de los talleres en Colombia (2000), muchas de esas experiencias que bien pudieran constituirse en material inicial para perfilar los avances en cuanto a propuestas y desarrollos didácticos. Ya por esta época algunos docentes universitarios planteaban la necesidad de incorporar la teoría literaria como un saber que debía dosificarse en el interior de los talleres y generar un conocimiento más profundo.: Vale la pena destacar los aportes de Isaías Peña Gutiérrez, Cristo Rafael Figueroa y Fernando Vásquez entre otros.

El taller se configuró como el instrumento didáctico por excelencia para la aproximación a la escritura creativa y esta situación conlleva una concepción pragmática que se convierte en modelo. Sin embargo la propuesta que se intenta esbozar no pretende modificar el instrumento, sino ampliarlo y hacer que él se convierta en centro de reflexión sobre la enseñanza y el aprendizaje de la escritura con fines artísticos. De lograrse este objetivo las didácticas especiales (que corresponden a géneros y subgéneros específicos) verían enriquecido su campo teórico con los resultados de su práctica.

Se hace necesario profundizar en el papel de la creatividad, vista desde la amplitud de un fenómeno neurológico, pero también psicológico, social, cultural y antropológico. Los avances de estas disciplinas coadyuvan al desarrollo de las didácticas, constituyen un soporte importante que debe ser complementado con el conocimiento de la teoría y la historia de los desarrollos literarios. Con este material se puede ir configurando un amplio espectro teórico que, acompañado de las experiencias de creadores canónicos, nutran ese complejo proceso que termina muchas veces con la aparición de una verdadera obra de arte.

Los contenidos de las didácticas de la creación literatura deben incluir, no solo las particularidades del texto y su ubicación dentro de la clasificación moderna de los géneros, sino también sobre los procesos mentales implicados. Por ejemplo un estudio de la memoria posibilitaría la utilización de este recurso que, en palabras de María Tena (2000) profesora de escritura creativa en los talleres de Rajatabla en España, es un armario que se abre a cada rato. Un sitio oscuro y luminoso a la vez, absurdo y lógico, ordenado y convulso, de cuyo interior salen los objetos mezclados arbitrariamente.

A propósito de la transposición didáctica ( adecuación del conocimiento que se hace para compartirlo después con personas de otros niveles) un tema que merece ser planteado, discutido y evidenciado mediante ejercicios tiene que ver con la teoría del funcionamiento de los hemisferios cerebrales, tema que resulta de gran utilidad para mejorar la percepción de la realidad y alcanzar grados importantes de imaginación y fantasía.

El estudio de los elementos retóricos y la reflexión sobre el lenguaje deben ser objeto de estudio permanente de las didácticas de la creación literaria. No se trata de propender por el análisis aislado de las figuras literarias, sino de involucrar, de acuerdo a las carencias individuales y de grupo, aquellos conceptos que resulten de utilidad, en este sentido también la evaluación ortográfica debe convertirse en un ejercicio entre el dicente y el orientador del taller, dadas las deficiencias particulares que se detecten para no contrariar la dinámica del taller.

En este ejercicio de esbozar, casi a manera de lluvia de ideas, los rudimentos que deben hacer parte de las didácticas específicas, conviene hablar un poco de las características del orientador del taller literario, quien en las primeras décadas de los desarrollos de los talleres hacian uso de su empírea escritural y las amplias lecturas y experiencias vivenciales que alimentaban sus tertulias, para orientar a los posibles escritores. De esta comunión, como ocurría en la edad media con los pintores y demás aprendices, surgían empatías, solidaridades y hasta culto a la personalidad del director. De esta situación es necesario, mediante procesos de investigación, rescatar aquellos aspectos que puedan contribuir a la generación de atmósferas de convivencia, respeto mutuo, desarrollo de la crítica y la autocrítica.

Los talleres literarios del presente poco a poco van exigiendo un profesor de escritura creativa que, en palabras de Ramón Cañelles (2007), debe ser: un amante incondicional de la literatura, aficionado a la escritura misma , sin renunciar a escribir, que sacrifica parte de su carrera como escritor o la alterna de manera casi dolorosa y dedica una parte vital de su tiempo a profundizar e investigar en el vastísimo campo de la didáctica aplicada a la enseñanza de la escritura creativa. Es decir, los tiempos actuales parecen exigir un modelo de profesor, que sin la rigidez de las disciplinas tradicionales, sepa orientar el proceso de adquisición de habilidades, destrezas, técnicas, mecanismos de creatividad literarias y competencias críticas, en un ambiente de libertad, autonomía, y con un alto sentido de la estética y la ética.

El reto de quienes estamos comprometidos con los procesos de la creación literaria es grande. Debemos seguir ahondando en la reflexión sobre la tarea, despojarnos de esa especie de aura que nos hacia inmunes frente a la forma como intentábamos transmitir nuestras experiencias. Ahora estamos expuestos a validar nuestros saberes desde una perspectiva interdisciplinar que requiere, no solamente del conocimiento directo de la disciplina literaria, sino también de las diversas formas en que se accede a las prácticas de la escritura creativa No basta el conocimiento de la historia literaria, la repetición de argumentos y síntesis de obras, las anécdotas sobre los autores y tantas otras formas de manifestar la enciclopedia personal que se tiene. Ahora se trata de dar cuenta también de las especificidades de las propuestas estéticas, de la forma de profundizar en su estudio, de la desestructuración de los artefactos literarios y de las visiones e intencionalidades que rigen los intereses de las personas que quieren llegar algún día a ser considerados verdaderos escritores.

Finalmente se puede decir que estamos caminando hacia la sistematización de un conocimiento que se ha ido elaborando mediante el tanteo y el ensayo de muchas fórmulas y que hoy podemos hablar de la didactización de unas prácticas surgidas como un constructo colectivo que requiere ahondar en su discusión para lograr el estatuto de una disciplina .

Bibliografia

Brotosevich, Nicolás (2001). Taller literario (Metodología, dinámica grupal, base teóricas). Edicial, Buenos Aires
Fuentetaja (2007). Escritura creativa, cuadernos de ideas. Ediciones y Talleres de escritura creativa Fuentetaja, Madrid.
Ministerio de Cultura (2000). Bitácora de la talleres literarios en Colombia. Bogotá.
Reyes Calderón, Jaime Ricardo (2003). Teoría y didáctica de los géneros aventura y policiaco. Editorial Cooperativa Magisterio. Bogotá.

LIBARDO VARGAS CELEMIN
Director Renata Ibagué

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